José Miguel

José Miguel 

Un día soleado en Valle Dorado

Un día soleado en Valle dorado 

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Un nuevo blog

Estoy en un proyecto de Blog nuevo, algo más ordenado pero creativo, con posibilidad de secciones y de meterle mano al código. En poco tiempo este blog quedará en un mayor abandono del que ya sufre y me dedicaré solo a mi nuevo blog. Vengan, pasen y vean:
mikelos.cgmedia.cl

Un mes de abandono

Luego de un mes de abandono, hartas cosas han pasado. Simplemente un día dejé de escribir, pero hoy retomo. En resumen dire: voy a dedicarle un tiempo al piano, me voy a nadar una vez por semana, llegué (no sé cómo) a la cima de La Campana, he bailado salsa hasta el agotamiento, he instalado medio medio el eGroupware, ya voy 7 mapas conceptuales, le estoy tomando gusto al CMAP , la última clase del MTI estuvo buena pero no espectacular, me fui a un recital de piano y clarinete, al final tocaron la Danza Húngara, reviví las noches del Violinista en el Tejado, me dedicaré a vender carteras que son piezas de arte, he regalado el primer guayasamín del año, instalé un soporteOnline y ya voy tomando dos pruebas a mis alumnos, fui al recital de la Sinfónica con el Coro de la U de Chile, tocaron Requiem de Schuman, quiero comprarme una revista digital para usar el ZinioReader que por ahora lo uso con los ejemplos gratis, volví al tradicional JotaCruz y ayer me compré un libro de Plinio Apuleyo Mendoza que conversa con García Márquez, hice dos microdibujos sobre Postips (garabatos) con un lápiz carboncillo que no sé por qué me lo traje del Ecuador, aunque saqué el Carnet del CineArte no he vuelto en un mes.

Valparaíso en 100 Palabras

Hace como un año escribí un par de cuentos para el concurso Valparaíso en 100 palabras, finalmente no gané, hoy comparto uno de esos que está escrito en exactamente 100 palabras (sin contar el título) y es una caricatura de las tantas casas en las que he vivido en el Cerro Alegre.

Una casa como cualquier otra

Una señora, tan antigua como la casa, que no puede permanecer callada, un hijo cuarentón sospechosamente soltero, dos estudiantes de música, un estudiante de mares, un esposo anciano y enfermo, dos gatos ciegos y un ingeniero bohemio. Un comedor del tamaño de una cancha de fútbol y un baño sonoro y lejano. Escaleras angostas doloridas, aroma profundo de madera añeja, zumbidos de puerto, gritos de lluvia sobre el techo, vientos de guitarra y orgasmos silenciosos de pololas casuales. Ocho goteras dispersas y tv cable en las ocho piezas, por supuesto. Esta es una casa como cualquier otra casa de cerro.

El cono mágico

Cuando vi este artefacto (el Cono Mágico) en la farmacia me llamó la atención, después de comprender para qué servía, debo admitir que lo primero que se me cruzó por la mente es: "está bien la igualdad de género, pero tenemos que llegar a tales extremos!", después entendí que su fin era profundamente higiénico y no respondía a nigún tipo de reivindicación de los movimientos feministas.